Tras medio siglo, ve la luz una nueva versión de los comentarios de santo Tomás de Aquino a las epístolas paulinas
Al ideólogo de la obra «le pareció que se podía ofrecer al público un texto de más fácil lectura, más actualizado, que diera prioridad a la claridad sobre la literalidad, sin traicionarla»
A pesar de lo que ha difundido la prensa, la de la Universidad de Navarra (UNAV) no se trata de la primera traducción al castellano de los comentarios de santo Tomás de Aquino a las epístolas paulinas, sino de una nueva versión. «En realidad ya se publicó una traducción al español llevada a cabo en México entre finales de los 70 y comienzo de los 80», explica a Alfa y Omega el actual decano de la facultad de Teología de dicha universidad, Gregorio Guitián.
De hecho, el libro publicado recientemente por la UNAV —y editado por EUNSA— tiene su origen precisamente en esta primera traducción. «El profesor José Ramón Villar», que ideó el proyecto cuando ocupaba el cargo de Guitián, pero que falleció en abril de 2021 sin verlo culminado, «conocía la traducción al español que ya existía. Pero le pareció que se podía ofrecer al público de habla hispana un texto de más fácil lectura, un poco más actualizado, con un lenguaje elegante en lo posible y que diera prioridad a la claridad sobre la literalidad, sin traicionarla».
El proceso ha sido largo. «Muy largo», matiza el actual decano. Se puso en marcha en 2008 y las primeras traducciones se entregaron en 2010. A partir de entonces, «Villar fue revisando todas, pero también con períodos de inactividad porque estaba sacando adelante otros proyectos». A este trabajo, además, se añadía «la labor de anotar los comentarios». Para esta tarea, contó con la ayuda de la profesora Elisabeth Reinhardt. «Entre los dos anotaron las cartas y, cuando falleció en 2021, faltaba ya solo alguna carta más breve por anotar». Desde entonces, el profesor emérito Josep-Ignasi Saranyana viene elaborando las introducciones a los comentarios, que es el último componente que José Ramón Villar había previsto. «Si Dios quiere, este año estará todo publicado». La colección la completan otros dos libros.
—¿Qué aporta la nueva traducción, respecto de la primera, en el contexto social que vivimos?
—En primer lugar, acercar un aspecto menos conocido, pero muy importante, de un teólogo y filósofo de la talla de santo Tomás: sus comentarios a la Sagrada Escritura. Pienso que puede ayudar ver cómo leía a san Pablo un enamorado de Dios, que había adquirido una visión muy global del misterio cristiano, aunque por supuesto imperfecta. Santo Tomás ofrece una perspectiva muy amplia y eclesial, porque tenía también la enseñanza de la Tradición. Por otra parte, las anotaciones que aporta esta traducción sitúan al lector en las controversias teológicas a las que se refiere santo Tomás, así como ante los autores a los que el Aquinate hace referencia.
El papel de la virtud de la caridad en santo Tomás
Para santo Tomás la caridad es un amor del todo especial: es la participación en el amor con que Dios se ama a sí mismo y a nosotros, y por el cual amamos a Dios, y por Él, a los demás como Dios los ama. Santo Tomás explica, siguiendo a san Pablo, que es una virtud infundida por el Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo, en nuestros corazones: perfecciona la voluntad para que ame de esa manera y es la madre de las virtudes, de manera que, sin ella, las demás están informes. Es totalmente necesaria para la salvación que, en última instancia, es la comunión perfecta entre Dios y los hombres. Es bonito porque, en su comentario, santo Tomás explica que el premio final, lo que llamamos cielo, «consiste esencialmente en la alegría que se tiene de Dios». De esta manera es claro que se gozarán más de Dios los que más le aman».
Por otra parte, y de algún modo previo a esta virtud, está la gracia, que el Aquinate define en su comentario como «el principio de la vida espiritual», el don sobrenatural con el que Dios transforma el alma haciendo a la persona partícipe de la naturaleza divina, justificándola, en el sentido de arrancarla del pecado que la separa al hombre de Dios y convirtiendo al hombre en hijo adoptivo de Dios. Con ella, Dios infunde las virtudes teologales. Eso es lo que santo Tomás llama la gracia santificante, gratum faciens, que abre el camino de la salvación. Santo Tomás distingue también las gracias actuales con las que Dios va ayudando a la persona a lo largo de su camino.