“La clave de una buena entrevista es escuchar con verdadero interés”

Con un bagaje de más de 4.000 entrevistas, la periodista de Diario de Navarra, Sonsoles Echavarren, es coautora, junto al profesor Fernando López Pan, de un manual que descubre la ‘cocina’ de este género periodístico. 

Autora: Nerea Alejos

Cuando era niña, pronto se cansaba de jugar y prefería sentarse a escuchar las conservaciones de los mayores. “A partir de los diez años, estaba muy atenta a lo que contaban mis padres, mis tíos y sobre todo mis abuelos. Además, siempre les hacía preguntas sobre las personas de las que hablaban”. Es algo que ahora les inculca a los alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, donde imparte tres asignaturas. “Siempre les digo que no tengan vergüenza de preguntar”.

Con más de 4.000 entrevistas a sus espaldas en sus 26 años como periodista en Diario de Navarra, Sonsoles Echavarren desgrana las claves de la entrevista, “piedra angular del periodismo”, en un manual dirigido a estudiantes de Comunicación y también “a todas aquellas personas que quieran conocer los entresijos de esta profesión”. El libro combina el análisis teórico del profesor Fernando López Pan con las experiencias prácticas de Echavarren, quien ha recopilado 37 entrevistas publicadas en la última década. Buena parte de ellas están realizadas a expertos en salud, educación y familia, pero también ha incluido a personajes como Rosa María Calaf, Isabel Gemio o la escritora Paloma Sánchez-Garnica.

P. Desde niña ya le gustaba bucear en otras vidas. ¿Fue el germen de su vocación?

R. Hacer preguntas siempre ha formado parte de mi manera de ser. En las reuniones familiares, mientras mis primas estaban a lo suyo, yo me sentaba en la mesa de los mayores, escuchaba las historias familiares y preguntaba: “Cómo se llamaba tu hermano, y este tío tuyo...”. Conocí historias tan increíbles como la de mi abuela Hilaria, que pasó la Guerra Civil en Madrid, prácticamente abandonada y buscándose la vida, porque que su padre y su hermano estaban en el frente. Conté su historia en el libro Mujeres de novela.

P. ¿La entrevista es el género periodístico con el que más disfruta?

R. Los dos géneros que más me gustan son la entrevista y el artículo de opinión. Me parece un privilegio poder escribir todas las semanas de lo que me dé la gana sin ningún tipo de censura ni restricción.

P. ¿Qué le aporta la entrevista a nivel personal?

R. Poder conocer a personas en profundidad y sobre todo poder hacer preguntas con total libertad, que es otro privilegio que tenemos los periodistas. A nosotros no se nos mira mal por preguntar. Siempre se lo digo a mis alumnos: “Preguntad y repreguntad hasta que os den la respuesta”.

P. De las 37 entrevistas que ha recopilado en el libro, ¿hay alguna que le siga tocando la fibra al leerla de nuevo?

R. Hay dos entrevistas que me gustan mucho, con dos personas que casualmente tienen en común la pasión por la medicina: el ginecólogo Luis Chiva, director del Área de Salud de la Mujer de la CUN, y Juan Miguel Gil-Jaurena, jefe de cirugía cardiaca infantil en el Hospital Gregorio Marañón. Fui a Madrid a entrevistarle porque quería conocer su lugar de trabajo. Gil- Jaurena nació en Elizondo, sus padres tenían un bar junto a la estación de autobuses. Recuerdo que él lloraba al recordar al médico de su infancia, don Eusebio. En cuanto a Luis Chiva, es uno de los máximos expertos españoles en cáncer de ovarios, y él mismo padeció una leucemia. En la entrevista, Chiva cuenta cómo el hecho de superar una leucemia le hizo ser mejor ginecólogo y mejor cirujano. 

P. En estos tiempos acelerados en los que vivimos, ¿también es importante dedicar tiempo a la gente y no mirar al reloj?

La entrevista en profundidad exige tiempo, entre una y dos horas. En una entrevista el periodista es el que lleva las riendas de la conversación, el que pregunta y repregunta, pero siempre sin juzgar. Eso en una conversación normal nunca pasa, porque al final siempre se juzga de alguna manera. Creo que a los entrevistados les gusta sentirse escuchados. Como periodista, tienes que dejarle hablar a la otra persona y preguntarle lo que consideres importante, pero nada más. El periodista siempre tiene que estar en un segundo plano.

P. En sus entrevistas ha abordado situaciones emocionalmente complejas. ¿A veces se ha sentido como una psicóloga?

R. Sí. Esta misma sala en la que estamos ahora (en Diario de Navarra) ha sido como un confesionario. Aquí he tenido a gente llorando. Fue el caso de una madre a la que se le suicidó un hijo. También tengo grabada la frase que me dijo Miguel Ignacio Purroy, que fue jesuita y luego colgó los hábitos. Después de contarme toda su vida, que parecía una novela, me dijo: “No sé qué podrás hacer con todo lo que te he contado y si te servirá para algo. En cualquier caso, muchas gracias por escucharme. Nunca había contado a nadie todas estas historias”. En ocasiones, yo misma he terminado llorando con la persona a la que he entrevistado.

P. Además de documentarse y pensar las preguntas, ¿qué otros aspectos hay que tener en cuenta al preparar una entrevista?

R. Siempre intento ir al lugar donde está la persona, ya sea su casa o su lugar de trabajo. Es importante conocer a la persona en su ambiente. Por otro lado, siempre debemos recordar que para la persona a la que entrevistas probablemente será la primera y, en muchos casos, la última vez que hace una entrevista. Para los entrevistados es un evento significativo. Algunas personas se preparan mucho y hasta piden cita en la peluquería. No es algo trivial. La gente quiere salir bien en el periódico, porque va a ser algo memorable para ellos e incluso un motivo de orgullo para su familia.

P. ¿Cuál diría que es el don imprescindible para ser un buen entrevistador?

R. En esta profesión es importante querer estar con la gente. Para mí la clave de una buena entrevista es escuchar con verdadero interés. 

P. Si pudiera elegir, ¿a quién le encantaría hacerle una entrevista? 

R. A la escritora Isabel Allende. Hablar con ella más de dos horas, o dos días si pudiera, sobre su vida y su obra. Leí La casa de los espíritus con 17 años y me fascinó ese universo del realismo mágico. He leído todos sus libros.